Una de las cosas que nos han repetido hasta el cansancio nuestros profesores desde que entramos hace un año a la licenciatura es que el educador debe hacer más transitable el camino por la escuela. El aprender es un proceso doloroso, pues entre más sabemos más nos damos cuenta de que no sabemos. Ése ir descubriendo que lo que creías saber no es cierto, en parte o en su totalidad, causa conflicto: por ello necesitamos un educador (docente, maestro, profe, miss) que nos haga el camino más transitable y, ante todo, amigable.
¿Pero qué pasa cuando los que te hacen intransitable el camino en la escuela son,no tus compañeros de clase o tus profesores, sino los externos que observan?
Regresar a la escuela, para mí, no fue fácil. Analizando mi situación de vida, parecía imposible: madre soltera, en necesidad de mantener a mi hijo a mis veintitantos años antes que seguir con mis caminos inconclusos. A ello se aunó, en su momento, que mi ex-pareja no apoyaba la idea de que yo estudiara. Seguía repitiéndome una y otra vez "¿para qué quieres estudiar? no lo necesitas". A final de cuentas, eso pesa. Más tarde mis padres, bien que mal, se quejaron ante la idea de que me fuera desde temprano y dejara a mi hijo a su cargo para ir a la escuela. No era que les desagradara la idea de que yo estudiara, pero les iba a quitar cierta comodidad.
Fue gracias a Alberto, mi novio, que regresé hace un año a la escuela. Si alguien me ha instado y apoyado para este regreso ha sido él. Me recuerda que debo hacer mi tarea, me sonríe con picardía y cierto orgullo cuando le platico mis reflexiones y las cosas nuevas que aprendo. Es una gran motivación para mí, ergo, un gran apoyo. Me hace transitable este camino de por sí pesado y difícil (tanto por mis circusntacias de vida como por el hecho de ser "doloroso" el tránsito por el camino del aprendizaje) y eso se agradece bastante.
Ahora bien, es curioso encontrarte con que el mismo hecho de ser obstáculo puede ser motivante. Tal vez no la motivación que uno desea, pero al fin y al cabo motivación: una de mis compañeras se enfrenta que su pareja no la apoya con la escuela. Ella ha decidido que nada más por demostrarle que sí puede y que él no la va a detener está haciendo todo lo posible por sacar la carrera. Lo que podría ser un obstáculo en otra circunstancia, con otra mentalidad, en este caso es un apoyo (extraño, si quieren), una motivación para salir adelante.
No hay que olvidar que el mismo hecho de tener gente con quién compartir el gusto y la pasión por ir a la escuela: tener un grupo de amigas, compañeras de clase, que vayan jalándola a una para seguir estudiando es uno de los mejores apoyos que hay.
Es cierto, hay mil cosas en contra de nosotros: pero entre más tenemos en contra, más ganas para salir adelante.
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